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domingo, 25 de marzo de 2012

EL DEGUELLO Y SECUESTRO DE NIÑOS DOMINICANOS EN 1805

En el dramático relato "Memoria de mi salida de la isla de Santo Domingo el 28 de abril de 1805", del jurisconsulto dominicano Gaspar de Arredondo y Pichardo, se revela que cuarenta (40) niños fueron degollados en la iglesia de Moca, y que los cuerpos fueron encontrados en el presbiterio, que es el espacio que rodea el altar mayor de las iglesias. Esta tragedia, sin paralelo en la historia de la Isla, fue parte del genocidio en que perecieron miles de dominicanos, muchos de ellos degollados. Esta catástrofe, también sin precedentes en nuestra historia, fue ejecutada por las tropas del general haitiano Henri Christophe (Enrique Cristóbal), quien conducía las huestes de Jean Jacques Dessalines que se retiraban de la parte española de la isla durante su frustrada invasión de ese año de 1805.

Interesa en el presente comentario resaltar particularmente la tragedia que involucró a los niños dominicanos brutalmente degollados o secuestrados, prisioneros y conducidos a pie hacia Haití. El degüello de 40 niños en Moca está documentado en el relato de Gaspar de Arredondo y Pichardo. En el trabajo que se inserta en estas misma edición Alejandro Llenas incluye este párrafo tétrico:

El 6 de abril Cristóbal reunió todas sus tropas en Santiago; degolló en el cementerio los prisioneros varones, entre los cuales se hallaban el Presbítero Vásquez y 20 sacerdotes más, puso fuego al pueblo y a sus 5 iglesias, y salió, llevándose como un rebaño 249 mujeres, 430 niñas y 318 niños.

Nótese que los niños degollados solamente en el altar mayor de la iglesia de Moca fueron 40.

Dato interesante es la relación mujeres-niños que fueron llevados desde Santiago para Haití "como un rebaño", pues mientras las mujeres eran 249, los niños y niñas sumaban 748, es decir, tres veces más niños y niñas que mujeres. Mujeres, niños y niñas de Santiago prisioneros y arrastrados hacia Haití sumaban 997 personas.

Existe información fidedigna de acciones señaladas en Moca y Santiago, pero Llenas narra que por orden de Henri Christophe "Monte Plata, San Pedro y el Cotuí fueron reducidas a cenizas, y sus pobladores degollados o llevados cautivos".

Que por orden de él fueron arrastrados 900 veganos a Santiago y fueron incendiados además San Francisco de Macorís, Moca, Puerto Plata y Montecristi. Está claro que cuando se dice que fueron "arrastrados" 900 veganos a Santiago lo que se indica es que esa cantidad de personas fue conducida como prisioneros y que todos iban a pie. De manera que a los 900 veganos conducidos, "arrastrados", hay que sumar los que venían siendo "arrastrados" desde Monte Plata, San Pedro, Cotuí, San Francisco y Moca, y los que fueron tomados prisioneros en Puerto Plata y Montecristi, e igualmente "arrastrados" a pie hacia Haití.

Si en cada una de esas comunidades se actuó como en Santiago, donde fueron degollados los hombres prisioneros y conducidos "arrastrados" las mujeres y los niños y niñas, es lógico calcular que las mujeres, niños y niñas "arrastrados" eran miles. Y otros tantos los prisioneros degollados...

Todo esto es una tragedia incomensurable ante la cual, con relación al presente trabajo, se deben referir dos consideraciones, la primera señalada ya por autores citados, y la segunda que explicaría el énfasis, el interés particulr, en el degüello y la conducción de niños como prisioneros, "arrastrados" a pie hacia Haití.

La primera consideración a que hago referencia es la circunstancia en que Dessalines tiene que abandonar el sitio que tenía a Santo Domingo en 1805, un fracaso de enorme dimensión para Haití, equivalente a una grave derrota militar porque la capital de la antigua colonia española, además de su determinante importancia estrategia, estaba ocupada por el ejército francés, que era el objetivo militar número uno.

Esta situación adversa contrarió notablemente a Dessalines, que antes de abandonar el sitio "hizo dar la orden a los comandantes de las varias comunes conquistadas de reunir a todos los habitantes y reducirlos a prisión, para que, a su primera orden hacerlos pisotear por las acémilas y otros animales, al llegar a la parte haitiana".

Además, en virtud de las últimas instrucciones de Dessalines dejadas a varios generales antes de abandonar el sitio, "éstos empujaron delante de ellos el resto de los habitantes, de los animales y bestias ... redujeron a cenizas los pueblos, aldeas, hatos y ciudades, llevaron por todas partes la devastación, el hierro y el fuego, y no perdonaron sino los individuos destinados por S. M. a ser conducidos como prisioneros".

Aquí es importante resaltar que la parte de los dos párrafos anteriores citada entre comillas fue extraída del diario de guerra del propio Dessalines 2, de manera que, a confesión de parte, relevo de prueba, en buen derecho según los abogados.

Se debe resaltar que el ejército invasor de Dessalines estaba constituído de más de veinte mil soldados, muy bien dotados con las mejores armas de guerra del momento en Europa, que habían los haitianos capturado al ejército de Napoleón Bonaparte derrotado en Saint-Domingue, es decir, en Haití. Como se ha visto, esos más de veinte mil hombres recibieron la orden, en su retirada, de conducir hacia Haití como prisioneros a todos los habitantes dominicanos, "o al resto de ellos", los que quedaran vivos, porque los hombres prisioneros eran degollados.

Si sólo de Santiago fueron "arrastrados" 249 mujeres, 430 niñas y 318 niños, como revela Alejandro Llenas, y de La Vega 900 veganos, entonces hay que colegir que se sumaban los del resto de las comunidades por donde ese ejército pasaba y que fueron miles, principalmente mujeres, niños y niñas. ¿Cuál fue el destino de las 249 mujeres, las 430 niñas y los 318 niños de Santiago? A los 900 veganos que fueron arrastrados, ¿qué les esperaba en Haití? La orden de Dessalines fue a esos y a los otros miles "reducirlos a prisión, para que, a su primera orden hacerlos pisotear por las acémilas y otros animales, al llegar a la parte haitiana". ¿No eran los 900 veganos conducidos arrastrados, en realidad mujeres y niñas y niños, como eran los de Santiago?

Lamentablemente no hay pruebas documentales de este genocidio en la región Sur del país, que fue por donde se retiró con una parte de su gran ejército el propio Dessalines. Hay sólo menciones en el texto escrito por Gaspar de Arredondo y Pichardo sobre el horror que narraban los fugitivos que por los caminos y los montes llegaban al Cibao desde el Sur.

La segunda

Hay una segunda consideración que expreso aquí. Algunos historiadores tienen la creencia de que la invasión de Dessalines fue como respuesta a un decreto destemplado, propio de la guerra, del general francés Lois Ferrand, quien era en ese momento gobernador de la colonia de Santo Domingo. En su artículo "Invasión de Dessalines" Alejandro Llenas cita muy bien este decreto de Ferrand, que fue en respuesta a una proclama de Dessalines llamando a los habitantes de la parte española de la isla a rendirse. Pero en su insólito decreto del 6 de enero de 1805 3 Ferrand autoriza a los habitantes y autoridades de la parte española capturar en territorio de la república de Haití niños de hasta 14 años de edad, con el fin de venderlos como esclavos.

Evidentemente el motor de la inmediata invasión de Dessalines no fue este decreto, pero sí su contenido debió provocar la indignación de las autoridades haitianas porque el mensaje de ese texto equivalía a una propuesta de restablecer la esclavitud, que había sido evidentemente superada con la proclamación de la Independencia de parte de los haitianos, y que había sido suprimida además por la revolución francesa años anteriores. El degüello de los 40 niños en el altar de la iglesia de Moca y la conducción como prisioneros hacia Haití de los 748 niños y niñas de Santiago debió ser un evidente mensaje. Esos, como hemos dicho, son datos que están documentados, pero no debieron ser casos únicos. En otras comunidades dominicanas en las que pisó el carnicero conocido como Henri Christophe debieron haberse producido degüellos masivos de niños.

Con ello Dessalines y sus oficiales subalternos, en su retirada forzada, estaban dejando un mensaje a Lois Ferrand. No advertían que Ferrand era sólo otro invasor, un ente transitorio en nuestro territorio, y que la huella del genocidio sembraría entre los dominicanos el horror que les provocan todavía hoy los haitianos, el antihaitianismo que sembró el degüello.

Notas
1 - Gaspar de Arredondo y Pichardo, Memoria de mi salida de la isla de Santo Domingo el 28 de abril de 1805, en Bicentenario del degüello, página 70, Vetas Editoriales, Santo Domingo, 2005.
2 - Publicado en la revista Vetas número 74 de octubre de 2005, página 24 y siguientes.
3 - Publicado en la revista Vetas número 74 de octubre de 2005, página 20 y siguientes.

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